“Ah, si yo fuera guante de esa mano y pudiera
tocar esa mejilla”
Burla las cicatrices quien nunca tuvo heridas.
¿Qué luz es la que asoma por aquella ventana?
Debe ser el oriente, y Julieta es el Sol.
Sal, sol amable y mata a la envidiosa luna,
que ya está desvaída, enferma de dolor
porque tú, su doncella, mejoras su hermosura.
Deja ya de servirla, si ella tanto te envidia.
Su manto de vestal es verde y enfermizo:
Sólo tontos lo llevan. ¡Ya puedes arrojarlo!
¡Es ella, sí mi amada! ¡Es ella, sí mi amor!
¡Oh, cuánto diera porque ella al fin lo supiese!
Habla, y no dice nada. Mas a mí no me importa.
Sus ojos dicen; son para ellos mis palabras.
¡Qué presuntuoso soy! Ella no me habla a mí.
Los dos más bellos astros que en el cielo relucen,
ocupados en algo, le ruegan a sus ojos
que en sus esferas brillen mientras están ausentes.
Si en el cielo sus ojos, los astros en su cara
estuvieran, su rostro conseguiría humillarlos
como el sol al candil; sus ojos en el cielo
darían a las aéreas regiones tanta luz
que cantarían la aves creyendo ver el día.
Mirad cómo reposa su mano en su mejilla.
Ah, si yo fuera guante de esa mano y pudiera
tocar esa mejilla.
The Most Excellent and Lamentable Tragedy of Romeo and Juliet by William
Shakespeare
Fragmento II Escena…